Alexitimia

Experimentar abusos sexuales en la infancia puede determinar la capacidad para reconocer y expresar las propias emociones en la vida adulta, según demuestra un estudio publicado en 2008 en ‘Psychotherapy and Psychosomatics’.

iuiuEsta dificultad para tomar conciencia de las propias expresiones fisiológicas o para entender su significado emocional se conoce como alexitimia. Este desorden se caracteriza por la dificultad para distinguir entre los sentimientos y las sensaciones corporales propias de lo emocional, y para identificar y describir los sentimientos, por la limitación de los procesos imaginativos (ausencia de fantasías y ensueños) y por un estilo cognitivo orientado hacia lo externo y concreto.

En el estudio de los investigadores Bob Bermond (Universidad de Amsterdam), Peter Moormann (Universidad de Leiden), Francine Albach (Centro Pionero de Psicoterapeutica de Amsterdam) y Annemieke van Dijke (Hospital Psiquiátrcio Delta de Poortugal), todos en los Países Bajos, participaron 76 mujeres que habían sufrido abusos sexuales infantiles (ASI), cuya capacidad para expresar sus emociones se evaluó mediante un cuestionario llamado ‘BVAQ’.

Al comparar las respuestas de las mujeres abusadas con las de un grupo control, se observó que las víctimas de ASI presentaban una buena capacidad de imaginación pero serias dificultades para verbalizar, identificar y analizar sus emociones, lo cual –según los holandeses- apoya la idea de que los ASI son determinantes para el posterior desarrollo de una alexitimia.

Puedes leer el estudio completo aquí: https://doi.org/10.1159/000128167

Alteraciones genéticas

Un grupo de investigadores observó cambios claros en los cerebros de personas que habían sido abusadas cuando eran pequeñas y que se habían suicidado, ayudando a respaldar las teorías que señalan que el abuso infantil –entendido como la violencia física severa, el rechazo o abandono grave y el abuso sexual- puede alterar los genes y causar daños durante toda la existencia.

El doctor Michael Meaney, de la Universidad McGill, en Montreal (Canadá) y sus colegas, examinaron los cerebros de 36 personas que murieron repentinamente: 12 suicidas que tenían una historia conocida de abuso, 12 víctimas de suicidio sin antecedentes aparentes de abuso y 12 personas que fallecieron en accidentes.

El equipo observó cambios en los genes relacionados con el denominado eje hipotálamo-pituitaria-adrenal (HPA), el cual cuando se altera puede perturbar la gestión del estrés en la edad adulta y provocar el desarrollo de psicopatologías.
“En los humanos, el abuso infantil altera las respuestas al estrés del HPA y aumenta el riesgo de suicidio”, escribió el equipo de Meaney en su informe, publicado en la revista Nature Neuroscience, en 2009.

Las víctimas de suicidio con antecedentes de abuso tenían menos actividad en un gen llamado receptor glucocorticoide específico de las neuronas o promotor NR3C1, comparado con quienes habían sufrido muertes accidentales y no habían sido abusados.

Puedes leer el estudio completo aquí: https://doi.org/10.1016/j.biopsych.2009.08.014

Envejecimiento precoz

file000228637046El abuso físico o emocional durante la infancia podría ocasionar que las células de los jóvenes envejezcan más rápidamente, según una investigación efectuada en Estados Unidos, que sugiere que quienes han sufrido un trauma psicológico experimentan un cambio en su estructura cromosómica que los vuelve más vulnerables a enfermedades relacionadas con el aumento de la edad.

Los investigadores de la Universidad de Brown, BU, estudiaron unas moléculas del código genético humano llamadas telómeros, que están situadas en los extremos de los cromosomas y se van acortando a medida que envejecemos, haciendo que la célula sea más susceptible a morir.

El estudio publicado en 2009 en ‘Biological Psychiatry’, encontró que el trauma psicológico en una edad temprana tiene el mismo efecto que otros factores que aceleran el envejecimiento, como la exposición al humo del cigarrillo o la radiación, y que los telómeros de adultos que sufrieron abusos en su niñez se acortaron más rápidamente que los de aquellos que tuvieron una infancia feliz.

Para la investigadora Audrey Tyrka, líder del estudio y profesora de Psiquiatría y Comportamiento Humano de la BU, “es un indicio de que las experiencias precoces del desarrollo pueden tener profundos efectos en la biología”.

En su investigación participaron 22 mujeres y nueve hombres víctimas de abuso físico, emocional o sexual infantil, y otro grupo que no sufrió traumas en su niñez.

Puedes leer el estudio completo aquí: https://doi.org/10.1016/j.biopsych.2009.08.014

 

Depresión

_DSC8073Las personas que han sufrido maltrato en la niñez –como el rechazo por parte de la madre, el maltrato físico o un abuso sexual- son dos veces más propensas a desarrollar episodios de depresión múltiples y de larga duración que aquellas que han vivido infancias normales, según un estudio del King’s College de Londres (Reino Unido) publicado en ‘American Journal of Psychiatry’, en 2011.

El equipo de investigación realizó un análisis combinado de 26 estudios que incluían a más de 23.000 personas, concluyendo que los médicos que tratan personas con depresión deberían indagar en la infancia de sus pacientes antes de realizar una prescripción, ya que un antecedente de abuso infantil tiene gran impacto en su enfermedad y capacidad de recuperación.

Según el estudio, quienes han vivido infancias estresantes o con abusos son menos propensas a que la medicación o la psicoterapia les hagan efecto, por lo que habría que buscar nuevas formas de tratamiento e intervención temprana.

Alrededor de uno de cada 10 niños está expuesto a maltrato en el mundo, incluyendo el abuso psicológico, físico o sexual y como resultado de ello, pueden surgir anormalidades en zonas biológicas más sensibles al estrés, como el cerebro y el sistema inmune, ha explicado la investigadora Andrea Danese, coordinadora del estudio y miembro del Instituto de Psiquiatría del King’s College.

Puedes leer el estudio completo aquí: https://doi.org/10.1176/appi.ajp.2011.11020335

Cardiopatías

jealous-heartLas mujeres abusadas sexualmente cuando eran niñas corren un 62 por ciento más de riesgo de tener problemas cardíacos en la adultez que aquellas que no han sufrido esa experiencia, según una investigación estadounidense presentada ante Asociación Americana del Corazón en 2011 y que resalta los efectos físicos duraderos del abuso sexual en la infancia (ASI).

La mayor parte de este efecto se relaciona con las estrategias de supervivencia de las abusadas, como el consumo excesivo de alimentos y alcohol, y el tabaquismo, así como sus mayores tasas de obesidad, hipertensión y diabetes, que representan el 37 por ciento del aumento del riesgo cardiovascular entre las participantes en el trabajo que habían sido víctimas de ASI.

“El mayor factor que explica la relación entre el abuso infantil grave y la enfermedad cardiovascular adulta es la tendencia de las niñas abusadas a engordar durante la adolescencia y la adultez”, indico Janet Rich-Edwards, del Hospital ‘Brigham and Women’s’ en Boston, directora del estudio.

Su equipo analizó datos de más de 67.000 enfermeras. El 9 por ciento de ellas habían reportado abuso físico grave y el 11 por ciento reportó haber sido violada en su niñez o adolescencia. Aquellas que sufrieron episodios reiterados de sexo forzado en la infancia o adolescencia mostraron una elevación muy importante de sus posibilidades de sufrir un infarto cardíaco o un ataque cerebral más adelante.

Puedes leer el estudio completo aquí:  https://doi.org/10.1161/CIRCULATIONAHA.111.076877

Alteraciones en la materia gris

Un estudio internacional analizó mediante técnicas de neuroimagen si sufrir maltrato infantil se relaciona con el volumen de sustancia gris del cerebro, encargada del procesamiento de la información, y sus resultados desvelan un déficit significativo en varias regiones cerebrales después del abuso, según SINC (www.agenciasinc.es) .
Foto cortesía de Olmo Calvo (SINC)La investigación la efectuaron expertos del King’s College de Londres (Reino Unido) y la Fundación para la Investigación y la Docencia, FIDMAG, de las Hermanas Hospitalarias (España).

Esta investigación revela que en comparación con las personas no maltratadas, aquellas expuestas a maltrato infantil tienen un volumen significativamente menor de sustancia gris en varias zonas del cerebro, cuya disfunción podría explicar el déficit afectivo y cognitivo que pueden sufrir la gente maltratada en la niñez.

“El maltrato durante la infancia actúa como un estresor grave y produce una cascada de cambios fisiológicos y neurobiológicos que podrían provocar alteraciones permanentes de la estructura cerebral”, según Joaquim Radua, investigador de la FIDMAG y el centro británico.

Puedes leer el estudio completo aquí: https://doi.org/10.1176/appi.ajp.2014.13101427

 

Dolor abdominal

Cuando a un niño o niña le duele la tripa de forma file0001527321384frecuente sin una causa que lo provoque puede que su cuerpo se esté ‘quejando’ de otro tipo de sufrimiento, el que ocasionan los malos tratos, de acuerdo a un estudio dirigido por Miranda van Tilburg, de la Universidad de Carolina del Norte (EE.UU.).

Su investigación se basó en los cinco ‘Estudios Longitudinales de los Niños que han sufrido Malos Tratos o Negligencia’, realizados con 1.354 menores víctimas de distintos niveles de abusos físicos, psíquicos o sexuales o con alto riesgo de padecerlos, centrándose en 845 niños que tenían dolores abdominales, a los que hicieron un seguimiento desde los dos hasta los 12 años de edad.

“Entre un tercio y la mitad de los pacientes adultos que acuden a consulta de gastroenterología tiene una historia de abusos”, han comentado los autores de la investigación en ‘Annals of Family Medicine’, en 2010.

Según la doctora Tilburg hay “una conexión cerebro-intestino por la que el dolor influye en el estrés y éste causa dolor, y los malos tratos son muy estresantes”.

Sus datos revelan que “los niños que han sufrido abusos tienen un elevado riesgo de sufrir síntomas gastrointestinales comparados con los que no fueron abusados” y que “el abuso sexual y los dolores de vientre son más comunes en las niñas que en los niños”.

Puedes leer el estudio completo aquí: https://doi.org/10.1370/afm.1053

Esquizofrenia

repentDos tercios de las personas diagnosticadas de esquizofrenia han padecido abusos físicos o sexuales durante su infancia o en la edad adulta, lo que convierte a este tipo de trauma en uno de los principales factores causantes de esa dolencia, según han descubierto investigadores de Gran Bretaña y Nueva Zelanda al comparar los resultados de más de 50 estudios previos sobre pacientes psicóticos.

Durante el XV Congreso Internacional para la Psicoterapia de la Esquizofrenia y otras Psicosis, celebrado en Madrid, en 2006, los investigadores Paul Hammersley, de la Universidad de Manchester, TUOM, (Reino Unido) y, John Read, de la Asociación Psicológica de Nueva Zelanda, explicaron que numerosos estudios no dejan dudas de que el abuso infantil puede producir esquizofrenia.

Según la TUOM, cuarenta estudios consultados por los investigadores han revelado que los abusos físicos a adultos o niños están en el historial de la mayoría de los pacientes con problemas psiquiátricos, y el examen de otros 13 estudios efectuados a esquizofrénicos ha demostrado que estos pacientes habían sufrido algún tipo de abuso en un porcentaje que va del 51 al 97 por ciento.

Según Hammersley, “oír voces dentro de la cabeza –uno de los síntomas de la esquizofrenia- suele estar asociado con traumas infantiles, y los profesionales deben saber que el abuso en niños genera un gran número de adultos psicóticos”.

Puedes leer el estudio completo aquí: https://doi.org/10.1192/apt.bp.106.002840

Cáncer

 

 

  La exposición a experiencias infantiles adversas(entre las que se encuentra el abuso sexual infantil) se asocia a una gran variedad de consecuencias dañinas, incluido un riesgo más elevado de cáncer.

Esta es la conclusión a la que llega un metaestudio que analiza 155 artículos publicados entre 2005 y 2015, analizando la relación entre estas experiencias adversas y la exposición a factores de riesgo de cáncer, como el alcohol, el tabaco, carcinógenos medioambientales, radiación, etc.

El estudio encontró que la exposición a dichas experiencias aumenta la exposición, a su vez, a sustancias carcinógenas, principalmente a través de conductas que las involucran, como el consumo de alcohol.

Puedes leer el estudio completo aquí: https://doi.org/10.1016/j.pedn.2018.10.009