Al llegar diciembre, una pregunta frecuente en el GAM es: ¿Cómo os sentís teniendo que ver a la familia e incluso a vuestro agresor en Navidad?
En estos días en que las familias se reúnen es muy frecuente que se junten abusados y abusadores. En algunas familias el secreto ha salido a la luz, se ha hablado y ya se ha trabajado en ello para recolocarlo. En estos caso el encuentro es posible porque el dolor, o su mayoría, ya está sanado.
La mayor dificultad llega cuando el abuso se ha contado, pero la familia se divide entre los que creen a la víctima y los que se posicionan del lado del abusador. Las relaciones entonces están llenas de tensión, malestar y un gran dolor por la incomprensión y la deficiente comunicación. Pero, a pesar de que no es fácil, muchas familias se siguen reuniendo en nochebuena.
Cuando no se ha contado a la familia y sigue siendo un secreto, es la persona que sufrió los abusos la que tendrá que gestionar sola las emociones que se le despierten. Esto a veces no es nada fácil y cada persona debe poner en la balanza las posibles consecuencias y si le compensan.
En los encuentros familiares, podemos preguntamos si es el momento de desvelar lo que sucedió y, ante esa cuestión, es necesario plantearnos qué pasaría si soltamos esta “bomba” en la familia: cómo van a reaccionar, si nos van a creer y apoyar, si estamos preparados y nos sentimos fuertes para cualquier reacción de nuestra familia, si podemos generar un beneficio (como soltar nuestro peso o proteger a otros niños), o si podemos causar dolor sin beneficios (si el abusador ha fallecido y no hay otros niños a los que proteger), etc.
Ahora somos adultos, tenemos herramientas para defendernos y podemos hacerlo. Pero si aún no nos sentimos así, lo mejor es pedir ayuda de amigos o familiares o de un profesional que nos ayude a prepararnos para lo que pueda pasar y estar seguros de los pasos que demos.
En cualquiera de los casos, las reuniones familiares deben ser para disfrutarlas pero, si van a ser una fuente de sufrimiento, cada uno puede y tiene derecho a ser fiel a sí mismo para decidir qué es lo mejor en cada momento, más allá de obligaciones familiares.
En conclusión, lo más importante eres tú, escucharte, cuidarte y respetar tus decisiones.